La vida cotidiana de los soldados en los ejércitos de la Independencia,
por primera vez investigada a fondo y relatada de modo accesible y
ameno: cómo comieron, cómo durmieron, cómo lucharon. Para recuperar una
parte del sentido con el que una generación se sacrificó en los campos
de batalla.
Gracias a la educación escolar, cuando los argentinos pensamos en las
Guerras de Independencia pensamos ante todo en San Martín cruzando los
Andes, en Belgrano izando la bandera en Rosario, en Brown dirigiendo la
escuadra. Son guerras de generales y almirantes que implican y
reproducen una cierta imagen del poder, de la política y de la historia.
De esta manera, la tropa no aparece más que en contadísimos episodios
coreografiados, clásicos, salvados para la posteridad por su valor
edificante: Cabral en San Lorenzo, el negro Falucho en el Callao, no
mucho más. La Historia recoge exclusivamente sus últimos momentos, su
muerte heroica y abnegada, como si los soldados rasos no fuesen buenos
sino para morir, y ya que de morir se trata, morir contentos. Este
libro, en cambio, se interesa por cómo vivieron esos soldados. Cómo
comieron, cómo durmieron, cómo lucharon. Con la idea de que al
reconstruir su vida cotidiana podamos tal vez recuperar una parte del
sentido con el que una generación se sacrificó en los campos de batalla.