P. Alexander nació en Nueva York, ciudad que lo vio crecer y que condicionó su forma de vida. Sin principios a seguir, fue conducido a la vida marginal, pero su existencia nunca se sobrepuso a la pasión por la poesía y al deseo de publicar sus textos algún día. Incluso viviendo al margen de la sociedad nunca vio desvanecida esa voluntad. Este es el primero de los dos volúmenes que os dejarán en trance de la primera a la última página.