Tras la desaparición de Elizabeth Holland, Manhattan intenta recuperar poco a poco la normalidad. El evento más esperado de la temporada de invierno está a punto de celebrarse en el Metropolitan: la reaparición en sociedad de Henry Schoonmaker, que ya ha dado lugar a las conjeturas y los rumores más dispares y perversos. Lo único que parece claro es que en este esperadísimo acontecimiento coincidirán las dos personas que ahora rivalizan por el corazón de Henry: las bellísimas Penélope Hayes y Diana Holland.
Cuando sonaron los primeros compases del himno de Wagner, apareció la esbelta novia bajo el primer arco cubierto de flores. La belleza de la muchacha resultaba extraordinaria incluso para su familia y sus amigos, que empezaron a murmurar en sus asientos. Iba vestida con el traje de novia de su madre, y un enorme ramo de ligeras flores blancas colgaba de sus manos entrelazadas. El ornamento de velo impedía intruir sus emociones, pero la joven avanzaba hacia el altar con paso decidido.
Justo cuando ocupaba su lugar frente a Henry, la puerta se abrió de golpe y apareció un joven miembro del servicio, sin aliento, que habló al oído de la mujer apostada junto a al entrada. Tras la corriente de aire frío llegó un grito ahogado y a continuación un murmullo casi inaudible...