Lo decimos constantemente. Después, es posible que, de hecho, no lo hagamos tanto, es decir, que le hemos dicho «rezo por ti», mientras que luego no rezamos mucho por esa persona. Pero no por eso deja de tener valor la expresión. «Reza por mí; rezo por ti»... ¿Qué valor tiene?
Pedirte que reces por mí es pedirte que te acuerdes de mí; y decirte que rezo por ti es asegurarte que me acuerdo de ti. Es establecer una relación de alma a alma, que es la que más vale. Es decirte que te quiero y que quiero que me quieras. Rezar es amar. Ésa es su fuerza.
Y esa fuerza se manifiesta no sólo en palabras, sino en sensaciones, emociones, vibraciones de alma y cuerpo que todos emitimos sin saberlo y recibimos en cada instante. Somos miembros de un Cuerpo y vibramos juntos. «Reza por mí; rezo por ti».
Este libro te ayudará a seguir rezando. Y a sentir la profundidad de lo que haces al rezar.