Ese verano, un joven de la Universidad de Oregón, Alberto Salazar, se enfrentó en la durísima Falmouth Road Race a Frank Shorter, el campeón olímpico, y a Bill Rodgers, el campeón de la Maratón de Boston. Salazar sucumbió en el último kilómetro ante Rodgers que batió el récord de la prueba y acabó al borde de la extenuación. Se habían sentado las bases de una rivalidad histórica.
Para Shorter, Rodgers y Salazar, correr era tan conflictivo y dramático como un combate Ali-Foreman. Cada uno luchaba por superar los hitos conquistados por los otros dos y, por ello, contribuían a que sus competidores lo dieran todo en cada nuevo reto. En consecuencia, sus triunfos impulsaron a una nación indolente que languidecía frente al televisor a aparcar el mando a distancia, calzarse las zapatillas deportivas y salir a quemar la carretera.
Este libro cuenta la historia del running durante sus años de esplendor, de 1972 a 1982, cuando Shorter, Rodgers y Salazar conquistaron el imaginario del público norteamericano. Cuando hoy en día el running experimenta un boom parecido a escala planetaria, se evoca aquellos tiempos en los que tres hombres lucharon por sacar lo mejor de sí mismos para lograr lo inalcanzable y arrastraron consigo a todo un país en su carrera hacia la gloria.