La persistente naturaleza despótica y represiva del régimen árabe tradicional y la desastrosa situación que padecen países como Siria, Libia o Yemen, lugares donde las movilizaciones populares alcanzaron un grado notable de desarrollo, no invita a calificar el fenómeno revolucionario árabe de exitoso. Sin embargo, este libro aspira a poner de manifiesto que el proceso, habida cuenta de la impronta coercitiva de los gobernantes árabes, era inevitable. Por lo mismo, lejos de acabar, continúa aportando un motivo para la esperanza de regeneración política y social de un espacio geográfico enclavado en la región más sensible y disputada del planeta.