Argumento de Revista Desperta Ferro. Moderna, Nº 15, Año 2015. Liberty or Death! la Independencia de Estados Unidos, 1775-1776
Encuadernación: Rústica1El Congreso Continental y la Declaración de Independencia por Barnet Schecter. Una prueba clara de lo divididos que estaban los colonos americanos respecto a la independencia de Gran Bretaña, y de lo mucho que algunos deseaban una reconciliación, es que el Congreso Continental esperó un año, hasta el 4 de julio de 1776, para declararla. Entretanto, desde el punto de vista político se reunieron los dos congresos continentales, que por un lado se dedicaron a preparar el conflicto mientras por otro traban de llegar a un acuerdo con el rey Jorge III; y, desde el punto de vista militar, hubo diversas campañas, la mayoría victoriosas para los rebeldes, que reforzaron el ánimo del sector más favorable a la independencia. La conjunción de ambos factores llevó a la fecha clave, y a la elección de un camino definitivo. Ilustraciones por Don Troiani, mapa de David Sancho. En la imagen, la firma de la Declaración de Independencia, detalle de un cuadro de John Trumbull.
George Washington y la emergencia del Ejército continental por William M. Ferraro (University of Virginia). Durante la Guerra de la Independencia, George Washington tuvo la intención de encabezar un ejército de tropas cualificadas, disciplinadas y comprometidas dirigidas por un cuadro de oficiales responsables, educados y capacitados que representaran la totalidad de lo que iban a ser los Estados Unidos independientes. Este punto de vista chocó con el aprecio popular por la milicia, hombres mínimamente entrenados que llevaban a cabo su servicio militar cerca de sus hogares, así como con el ideal republicano del ciudadano-soldado, capaz de triunfar gracias a su virtud personal y a su celo por la causa. El proceso de elección entre uno y otro modelo fue complejo y nunca se llegó a una decisión definitiva pero, a pesar de ello, Washington conseguiría, en parte gracias a los difíciles meses de la segunda mitad de 1776, crear un ejército bastante parecido al que deseaba inicialmente. Ilustraciones de Don Troiani.
Nueva York en la encrucijada por Barnet Schecter. Durante los años previos a la invasión británica de Nueva York en 1776, mientras la crisis entre Inglaterra y sus colonias americanas iba acentuándose, los habitantes de la provincia y de la ciudad se encontraron ante una encrucijada: ¿elegirían la lealtad a su rey o convertirse en un Estado y parte de una nueva nación? Muchos neoyorquinos, en especial entre la élite, seguían teniendo fuertes lazos económicos, culturales y emocionales con la madre patria. ¿Habría suficientes lealistas entre sus 25 000 habitantes como para entregar la ciudad a los británicos? George Washington había dicho a John Hancock que esperaba fortificar la ciudad para evitar que el enemigo gane influencia en este Gobierno que, me temo, contiene demasiados desafectos a la causa de la libertad y de América. Mapas por David Sancho. En la imagen, extracto del mapa del artículo y vista del puerto de Nueva York.
La campaña de Nueva York, la independencia en el precipicio por John V. Quarstein. A comienzos de 1776, la victoria sobre el opresivo dominio británico parecía estar al alcance de la mano de las Trece Colonias. Desde la batalla de Bunker Hill, los rebeldes habían conseguido lo impensable: Fort Ticonderoga había sido ganado y su artillería se encontraba camino de Boston, acarreada por el coronel Henry Knox, acción que seguramente obligaría a los británicos a evacuar la ciudad; un ejército americano había capturado Montreal y había estado cerca de tomar Quebec; y las victorias en Great Bridge (Virginia) y Moores Creek Bridge (Carolina del Norte) habían sometido a las fuerzas lealistas en el Sur. Muchos miembros del Congreso comenzaban ya a considerar que el siguiente paso era la independencia, pero el león durmiente británico despertaría en el verano de 1776 para poner a la Revolución americana al borde del abismo. Mapas por David Sancho, ilustraciones de Don Troiani. En la imagen, El Regimiento de Delaware en la batalla de Long Island, por Domenic DAndrea.
Washington contraataca, la campaña de Nueva Jersey 1776-1777 por David Martin. El júbilo que sintieron en general George Washington y las colonias americanas tras la evacuación británica de Boston en 1776 se había marchitado tan solo seis meses más tarde con la caída de Nueva York. Washington había sido superado y vencido en varias batallas cruciales, rematadas por la toma británica de Fort Washington, el 16 de noviembre, y de Fort Lee cuatro días más tarde, que acarrearon una formidable pérdida de hombres, cañones y equipo. A continuación, tuvo lugar una larga retirada, marcada tanto por la lentitud de la persecución británica como por las dificultades del general rebelde con Charles Lee, uno de sus subordinados más importantes. Las cosas no se resolverían hasta finales de diciembre, cuando Washington lanzó una contraofensiva ten repentina como audaz, con la que lograría elevar de nuevo la moral y la voluntad de lucha de los rebeldes. Mapas de David Sancho, Ilustración de Don Troiani.
Fieles súbditos de su majestad, los lealistas americanos durante la campaña de 1776 por Todd W. Braisted. En América, los líderes populares tenían como auxiliares a gente que había heredado de sus antepasados el más enraizado disgusto por la constitución de la metrópoli; y por medio de su entusiasta colaboración fueron capaces, durante el año 1774, de poner todo el continente en estado de agitación y de hacer enloquecer a casi todo el país por medio de asociaciones, comités y mástiles de la libertad, preparando todo lo necesario para una revuelta. El lema general fue ¡Únete o perece! Al señor Moody no le gustaba ninguna de las dos alternativas y, por consiguiente, permaneció en su granja, silencioso pero no despreocupado espectador de la oscura nube que se había ido concentrando, y que ahora estaba a punto de estallar sobre su devota cabeza (James Moody, de Knowlton, Condado de Sussex, Nueva Jersey). En la imagen, Robert Rogers.
El Imperio en peligro, la Royal Navy durante la Guerra de la Independencia por John V. Quarstein. La Royal Navy dominó los mares durante la mayor parte del siglo XVIII. Las decisivas victorias logradas en batallas como la de Lagos y la de la Bahía de Quiberon en 1759, durante la Guerra de los Siete Años (conocida en Norteamérica con el nombre de Guerras Franco-Indias), eliminaron cualquier amenaza de invasión y aislaron a Francia de sus posesiones ultramarinas. Gran Bretaña emergió de esta guerra con un inmenso imperio y la flota más poderosa del mundo. Por otro lado, al inicio de la Guerra de la Independencia, los americanos no solo carecían de marina, sino que además sus costas eran muy vulnerables a los ataques e incursiones británicos. En la imagen, un navío británico de dos puentes virando por avante, por Dominic Serres.
Guerra en orillas lejanas, los «hessianos» durante la Revolución americana por Daniel Krebs (University of Louisville). Johannes Reuber había nacido en Niedervellmar, un pueblecito de apenas 350 habitantes justo al norte de Kassel, en el landgraviato de Hesse-Kassel, parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Su padre era peón y su madre había fallecido trágicamente poco después de darle a luz. Creció en la capa más baja de la sociedad de un pueblo lleno de granjeros, la mayoría de los cuales había alcanzado cierta prosperidad explotando huertos de frutales y exportando lino. En 1775, con solo 16 años, Johannes fue reclutado en el regimiento de la milicia local, pero enseguida le dieron la licencia, tal y como era habitual en tiempo de paz. Sin embargo, la pacífica vida de nuestro protagonista estaba a punto de cambiar alser enviado al otro lado del Atlántico, a una guerra que ni era suya ni comprendía, para participar en las campañas más señaladas de 1776. Ilustraciones de Don Troiani.
Introduciendo el n.º 16, La retirada de Quatre Bras por John Franklin. Mientras la luz grisácea del amanecer rompía la oscuridad de aquella mañana del 17 de junio de 1815, el duque de Wellington estaba ocupado dictando órdenes a las diversas divisiones del ejército que tenía bajo su mando. Desconocía que Napoleón había obtenido una victoria contra los prusianos en Ligny y la peligrosa situación en que se hallaba a consecuencia de ella. De hecho, lo que le preocupaba era reunir el resto de sus fuerzas en el cruce de Quatre Bras para atacar a las fuerzas francesas del mariscal Ney que se le habían opuesto el día anterior. Tras haber escrito a las autoridades de Bruselas para confirmar su intención de atacar al enemigo, Wellington había cabalgado de vuelta al campo de batalla con su numeroso séquito de oficiales de estado mayor. Mapa de Carlos de la Rocha, ilustración de Keith Rocco. En la imagen, caballería ligera, Ilustración de Keith Rocco.