No hay época que no se perciba a sí misma con una experiencia de malestar, incertidumbre y desconcierto. Un síntoma inequívoco de ese malestar es la reaparición de los discursos sobre la familia: uno de los espejos de la sociedad donde buscar y constatar esa potencial vivencia crepuscular colectiva. Sin embargo, la familia no está en crisis y, debido a que es una construcción social dinámica que se resiste al cambio y se adapta a él, tampoco se puede hablar de «la familia», sino de formas de vida familiar en creciente diversificación a causa de los comportamientos privados de las personas. La sociedad española ha cambiado en veinticinco años de forma profunda y sin crisis social y la idea de familia se ha transformado radicalmente con ella. El significado e influencia de la cultura, la salud, los hijos, el ocio y la tecnología son abordados en esta obra también desde la perspectiva de los jóvenes adultos que se enfrentan al momento de abandonar la juventud y ser una familia con su primer hijo. Los discursos más o menos apocalípticos sobre la familia son muestra de una visión nostálgica de certezas y verdades normativas, estables e impuestas al individuo externamente que suponían una significativa restricción y, al mismo tiempo, un camino evidente a seguir. Aquellas normas son sendas perdidas en una sociedad global dominada por un nihilismo sin tragedia. Lo que las formas de vida familiar y los individuos vivimos hoy es el resultado de nuestra versión privatizada de la modernidad, en la que toda responsabilidad sobre el acierto y el fracaso recae sólo sobre nosotros mismos.