El fusilamiento en 1896 de José Rizal, acusado de conspirar contra la integridad territorial española avivó el movimiento de independencia, dirigido por su nuevo jefe, Emilio Aguinaldo quien, junto con Andrés Bonifacio, se lanzó a la lucha más enconada. Dos años más tarde, la revolución declaró la República de Filipinas, el 12 de junio de 1898. Al iniciarse el conflicto hispano-norteamericano, provocado en apariencia por la destrucción del buque de guerra norteamericano Maine en La Habana, los nacionalistas filipinos prestaron su ayuda a los Estados Unidos con la esperanza de conseguir la independencia del país tras la derrota española. Sin embargo, Estados Unidos, a cuyo poder pasó el Archipiélago en virtud del segundo Tratado de París de 1898, rehusó conceder la independencia a los nacionalistas y se entabló una sangrienta guerra.