En aquellos tiempos, Loto Perrella habría acabado en la hoguera. Hoy en día esto ya no es posible, afortunadamente, aunque no ha de faltar quien lamente esta imposibilidad, puesto que la autora habla sin medias tintas de todo lo que no le gusta de esta medicina tan tecnificada que nos ha tocado vivir y de sus graves efectos secundarios.
La buena noticia es que a pesar de las persecuciones del pasado, no todas las brujas (mujeres sabias) han muerto o desaparecido. Alguna queda. Y en estos tiempos de crisis su actividad es más bienvenida que nunca.