El libro del Éxodo ha adquirido un gran protagonismo en relecturas posteriores de la Biblia. Los motivos son varios pero entre ellos hay que destacar la idea de un Dios que no identificaba su persona con los poderes políticos y que servía a los intereses igualitarios del pueblo. Un Dios preocupado por todos los oprimidos y maltratados de la sociedad a los que acompañaba en sus movimientos liberadores conduciéndolos hacia una nueva tierra. No resulta difícil comprender, desde esta óptica, el interés que el libro aporta a la teología feminista que toma el texto como fundamento de sus ideas. Si en los primeros movimientos antiesclavistas muchas personas blandían la Biblia para defender sus tesis, lo mismo han hecho las mujeres a la hora de sus reivindicaciones igualitarias con el libro del Éxodo. En sus páginas han encontrado la fuerza y la esperanza de adquirir un día la paridad que la sociedad les ha negado. Cuentan para sus ilusiones con muchos ejemplos, entre ellos, la imagen de dos modestas parteras que se atreven a desobedecer al soberano más importante de su momento iniciando el proceso liberador del pueblo elegido.