En 1971, con veinticinco años, Galdikas abandonó los plácidos ámbitos universitarios estadounidenses y se trasladó a las remotas junglas de Borneo, en Indonesia. A la vez que vivía en un improvisado campamento con su marido, se convirtió en la madre suplente de una «familia» de orangutanes que hasta entonces habían estado cautivos. Poco a poco, además, fue adaptándose a sanguijuelas y enjambres de insectos carnívoros, así como a la constante humedad que pudrió sus posesiones antes de transcurrido su primer año de estancia. Su primer hijo pasó sus primeros años de vida en Campo Leakey con orangutanes adoptivos como únicos compañeros de juego.
Los orangutanes salvajes a los que estudió Galdikas y los excautivos a los que rehabilitó se convirtieron en un clan familiar de personajes no menos variopinto que sus compañeros humanos.
Cronista pionera del ciclo vital de los orangutanes, Galdikas también nos habla de las crecientes amenazas que los acechan: los conflictos con cazadores furtivos y leñadores, el tráfico ilícito de orangutanes bebés o las frustraciones a causa de la burocracia oficial. Su relato es una inusitada combinación de epifanía personal, descubrimientos científicos decisivos e impacto internacional. En suma, una vida llena de retos humanos y medioambientales.
Reflejos del Edén es el tercer acto de un drama que ha fascinado al mundo entero: la historia de una primatóloga pionera, una destacada figura mundial en la protección del medio ambiente y una mujer sensacional.