Testigo e investigador de los hechos, Eduardo Pons Prades, figura señera en el estudio de la guerra civil y del quehacer de los republicanos tras la derrota, recoge en esta nueva obra el testimonio de muchas víctimas del terror: jornaleros, intelectuales, políticos, maestros, peritos, médicos, asesinados por el mero hecho de simpatizar con la República. Relata también cómo los caminos de España se llenaron de humildes, huyendo del pánico a ser fusilados sin piedad contra las tapias del cementerio de cualquier pueblo, tras la matanza de la plaza de toros de Badajoz, la sangrienta represión de los pueblos andaluces o los bombardeos sobre la población civil de Barcelona, Guernica o Madrid... Y aborda aspectos inusuales de la historiografía como la asistencia médica en campaña con figuras como el doctor Trueta, la evacuación de heridos, la salvación del tesoro artístico nacional o los espectáculos públicos con Pablo Sorozábal apoyando con su música la resistencia.
En este vigoroso ejercicio de justicia que es Realidades de la Guerra Civil se recobran páginas de la II República, iniciativas sociales que, de no ser abortadas, hubieran hecho de España un país a la vanguardia de las naciones: la revolución pedagógica la más importante de Europa, las colectivizaciones de tierras en Castilla y Aragón, la socialización de la industria y los servicios públicos, los «liberatorios de prostitución», la promulgación de leyes igualitarias para las mujeres y otros colectivos...
Como afirma Sergi Pàmies en el prólogo, Pons Prades «no presume de maestrías y otros maquillajes intelectuales y consigue construir un rompecabezas en el que, aunque falten piezas, uno puede distinguir perfectamente la figura esencial de su propósito». Con este libro da cumplida finalidad a su sueño, sueño en el que participaron otras voces imprescindibles, como Eduardo Haro Tecglen, Teresa Pàmies o Francisco Moreno Gómez: que se conozca qué fueron de verdad esa revolución social, la guerra y el exilio; que se sepa qué perdió España en tantas décadas de atraso y opresión que casi hacen olvidar, en palabras del autor, que se luchaba por un mundo más justo, más libre y más alegre.