Hasta hace algunos años, muy pocos se atrevían a cuestionar un modelo
que parecía funcionar perfecto: el hombre proveía el dinero al hogar y
la mujer se ocupaba de la casa y los hijos. En cambio, en la realidad
que nos toca vivir, aquel esquema resulta obsoleto.
El tema del dinero en la pareja es sin dudas uno de los dilemas de
nuestro tiempo. Las nuevas familias -no es noticia que hay menos
casamientos, los hijos vienen recién después de los treinta, muchas
mujeres ganan más que sus parejas, cada vez hay más hombres desempleados
crónicos, etcétera- están en crisis permanente o, por lo menos,
atravesando una etapa de transición que todavía no sabemos adónde nos
llevará. Así estamos, acomodándonos al nuevo sistema, que vamos
inventando y conociendo día a día, y luchando contra el viejo modelo,
que de vez en cuando reaparece con cierta nostalgia. Los hombres se ven
obligados a ocupar espacios que hasta hace poco eran femeninos, y
viceversa. Ellas se levantan para ir a traba