Adam Smith, el padre de la economía moderna, escribió que no era por la benevolencia del carnicero y el panadero que podíamos cenar cada noche, sino porque se preocupaban por su propio bienestar; así, el ánimo de lucro hacía girar el mundo y nació el Homo economicus. Cínico y egoísta, el Homo economicus ha dominado nuestra concepción del mundo desde entonces y su influencia se ha extendido desde el mercado a cómo compramos, trabajamos y flirteamos. Sin embargo, Adam Smith cenaba cada noche gracias a que su madre le preparaba la cena, y no lo hacía por egoísmo, sino por amor.
Hoy, la economía se centra en el interés propio y excluye cualquier otra motivación. Ignora el trabajo no pagado de criar, cuidar, limpiar y cocinar. E insiste en que si a las mujeres se les paga menos, es porque su trabajo vale menos ¿por qué si no? La economía nos ha contado una historia sobre cómo funciona el mundo y nos la hemos creído hasta el final. Pero ha llegado el momento de cambiar esa historia.
La opinión de los expertos:
«Esto es economía vista desde un prisma totalmente distinto, atrevido e iluminador para todo hombre y mujer que lo lea. Y de hecho debería leerlo todo el mundo.»
Will Hutton
«Este libro informado, airado y muy entretenido hará que muchos economistas huyan en busca de protección.»
Philip Roscoe
«Agudo e inteligente, busca recuperar una medida de humanidad, empatía y afecto a nuestra imagen de relaciones económicas y de género. El libro de Katrine Marçal es instructivo, airado y divertido: el hombre económico se ha topado con la horma de su zapato.»
Nina Power