La única certeza absoluta es que si enfrentas cualquier prueba, por muy dura que aparente ser, con el miedo en tu corazón, considérate el emperador de los derrotados.
Toda batalla, toda crisis, se debe enfrentar con la determinación absoluta del triunfador. Nada ni nadie puede superarte, si tú no lo permites. Tus capacidades, tus bendiciones y, sobre todo, tu deseo de reinvención, pasan a ser tus mejores guerreros ante la adversidad. Son las herramientas que te permitirán sacarle provecho a la crisis. Además, recuerda que las crisis son necesarias para recordarnos que aún no hemos cobrado nuestro cheque de luz.
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