Este refrán, con las diversas y opuestas versiones que de él se han documentado a lo largo del tiempo, refleja una contradicción constante entre la idea del gusto y la naciente del buen gusto, de lo que es apropiado para los campesinos y para los señores, una oposición en lo gastronómico que es también, a la vez e irremediablemente, una contradicción en las relaciones económico-sociales y, en último término, un lugar donde se reproducen los conflictos y la lucha de clases.
La historia, en fin, en un proverbio, italiano pero universal.