El presente libro está puesto bajo la invocación de Próspero, el gobernante mago de La tempestad shakesperiana, emblema de la oposición barroca entre la vida teórica, intelectual, y la vida activa, y contempla el mundo como un laberinto, en el que la verdad y la ficción se mezclan de forma inextricable. En el mismo se exploran las similitudes y diferencias entre el barroco histórico y nuestra época caracterizada como neobarroca y post-moderna y se plantea la centralidad para esta reflexión del ámbito iberoamericano, barroco y neobarroco como pocos.
La idea de la sociedad como un espectáculo en el que la teatralidad es definitoria, así como la degeneración autoritaria de la política y la situación de crisis generalizada que sigue a una época de ilusiones y esperanzas son algunas de las semejanzas entre el barroco del siglo XVII y el neobarroco de los siglos XX y XXI.
La presente obra parte de la suposición de que en las pequeñas cosas se puede encontrar la explicación del conjunto y por eso analiza una serie de temas que podrían parecer dispersos pero que, leídos en su conjunto, dan una idea global tanto del barroco como de nuestra época. En la estela de Benjamin y Ginzburg el paradigma indiciario y micrológico aquí utilizado combina las reflexiones política, ontológica y estética como el enfoque más adecuado para acercarse a realidades históricas complejas como las aquí presentadas.
Repensar hoy el barroco es hoy imprescindible, no sólo por su belleza estética y su profundidad semiótica, sino también como guía para navegantes en las procelosas aguas de la actualidad política y social. Los procesos de subjetivación múltiples y heterogéneos que surgen continuamente ante nuestros ojos pueden encontrar su origen lejano en la constitución del hombre barroco que es el trasfondo del hombre moderno, trasfondo todavía premoderno pero ya también postmoderno por su pesimismo agrio y amargo ante la desilusión y el desencanto generados por el fracaso de dos grandes movimientos históricos creadores de esperanza y de ilusión: el momento renacentista y el momento de las revoluciones burguesas y proletarias.
En la actual resaca postrevolucionaria volver los ojos al barroco puede iluminar nuestra mirada liberándola de quimeras imposibles pero acostumbrándola también a gozar de la belleza por efímera que pueda ser. Seremos polvo, pero polvo enamorado que no se resigna a la caducidad y que saca de la reflexión sobre las postrimerías la fuerza para seguir viviendo y dar un sí, estético, ético y político, definitivo a la vida, aquí y ahora, como lo único que tenemos.