Hay toda una gama de intervenciones posibles, desde las esporádicas y asistemáticas hasta las que merecen, como las suyas, la denominación de programas de intervención. Antes de llevar a cabo estos programas, la autora estudió a fondo el estado actual de nuestros conocimientos acerca de la dislexia y las intervenciones llevadas a cabo por otros especialistas, decantando después sus reflexiones en un modelo de intervención. Sólo después de esto, diseño, implementó y evaluó internamente programas de intervención individualizados para escolares con nombre y apellidos (personas).
Cada uno de los programas de intervención que llevó a cabo suponen la integración o síntesis de muchos componentes: teóricos y prácticos; de conocimientos, habilidades y actitudes. Esto es muy difícil de hacer, es la hora de la verdad, de la práctica; es el momento de tomar decisiones en el "mundo de la vida", por utilizar la expresión de Haberlas. Es la respuesta a la pregunta que se hacen los estudiantes al finalizar la lectura de muchos libros: ¿Y ahora qué hago cuando tenga que ayudar a un disléxico?.
Por medio de la muestra incluida en el libro, el lector/a observará que los programas consisten en unas actuaciones explicitadas y sistemáticas para alcanzar unos objetivos que una evaluación diagnóstica concienzuda ayudó a determinar. El informe del caso permite conocer, de principio a fin, lo que se hizo, cómo se hizo, las dificultades encontradas y los resultados obtenidos. Tal explicitación comprensiva es tan inusual en la literatura como honrada y conveniente. Estas complejas intervenciones contrastan con las soluciones milagrosas que aparecen casi todas las semanas en los suplementos dominicales de los periódicos. Así que, en modo alguno, se quiere trasmitir la idea de que resulta fácil ayudar eficazmente a estos escolares; sí se puede conseguir, sin embargo, mediante un trabajo bien orientado teóricamente, sistemático y laborioso.