La noción de proceso constituyente se remonta a la Revolución francesa, pero ha reaparecido con fuerza, en los últimos años, en diversos países de América Latina, África y Europa. También en el caso español, la demanda de un proceso constituyente ha dejado de ser inactual. No porque se inscriba en un horizonte inminente, sino porque comienza a ser percibida como una sensata forma de defensa ciudadana frente a un retroceso social y democrático clamoroso.