Argumento de Principios Notariales
Encuadernación: Rústica con solapas
El propio origen del notariado, cuya partida de nacimiento no fue librada por el poder constituido sino por la propia sociedad civil que lo reclamaba, garantiza para la institución, en sus líneas genéricas, unos perfiles comunes y al mismo tiempo dinámicos que, además de facilitar una adaptación continuada, con naturalidad y sin esfuerzo, a las sucesivas mutaciones sociales, mantienen una notable uniformidad, cosa lógica por constituir la respuesta natural a unas demandas generalmente coincidentes en las diferentes latitudes del planeta cuando las coordenadas políticas y culturales también lo son. Pocas instituciones civiles pueden presumir de mantener durante siglos una configuración tan fija y uniforme, sin modificaciones sustanciales, en el imaginario colectivo como el notariado. Y consecuentemente pocas instituciones civiles son susceptibles de ver sintetizada su realización básica en bases inducidas de carácter más lapidario y universal.1