Eusebio de Cesarea, una de las mayores personalidades de su época, compuso esta obra en un momento (h. 312) en el que el cristianismo, tras ser reconocido como religión oficial, debe utilizar argumentos más sutiles que los ya caducos empleados por la apologética tradicional, sin pasar simplemente de la defensa al ataque. Ante la acusación de falta de cultura e inteligencia de los cristianos, Eusebio responde con la sabiduría de la Escritura, y ante la traición e infidelidad de la religión pagana tradicional, el autor cristiano pone de manifiesto los errores y escándalos de la misma. Nos hallamos, pues, ante una obra monumental, cuyos principales argumentos son el interés pedagógico por exponer la enseñanza evangélica, así como el deseo de mostrar y justificar, de un modo racional, el mensaje cristiano y defenderlo de los ataques externos.