Ésta es la primera vez que los lectores no alemanes tienen la oportunidad de asomarse a un testimonio insólito, excepcional, que recusa los procedimientos de la prensa y de la justicia internacional y que se enfrenta valientemente al consenso generalizado sobre lo políticamente correcto. Todo ello mediante el narrar lento, interrogativo que caracteriza el muy particular estilo de Handke, opuesto con deliberación a la más común prosa periodística.