La obra se ha construido, se ha desarrollado durante su proceso de creación, y esta evolución se manifiesta en lo que se muestra. Desde un primer acercamiento de celebración poética, se produce una comunión. Poco a poco interviene la mirada, de modo que el observador, que se había mantenido a un lado, ahora se hace evidente; se expresa, habla a través de las imágenes. Nos damos cuenta de que la separación es una mera ilusión; que formamos parte de lo que observamos y que nuestra mirada, en cierto modo, construye el paisaje.