Como un reto elevado al pie de una montaña,
se divisa de lejos entre campos adustos
el sombrío Escorial, que se yergue en la altura,
levantando en el ángulo de sus hombros enormes,
elefante monstruoso, esa deforme cúpula,
demasía en granito del?Tiberio español.
Jamás un faraón, junto a un monte de Egipto,
hizo para su momia una cripta más negra;
una esfinge jamás albergó tanto hastío;
la cigüeña se duerme sobre las chimeneas
y verdea la hierba abandonos de patios;
¡todo ha huido, los monjes, cortesanos, soldados!
Todo parece muerto, pero desde cornisas,
de las manos de reyes, de fronteras y nichos,
con sus gritos graciosos y su loca alegría,
golondrinas levantan en bandadas el vuelo,
que a aletazos inquietan para así despertar
al gigante que sólo sueña en cosas eternas.