Ciudad Futura
No quiero ver
cómo descarnas tus pies en los aceros,
negros y sublimes,
hierros de gélido silencio,
bajo el estrépito agudísimo de un tren niño,
ni cómo habitas con la maldición de los girasoles,
el arcén de la vida,
arquitectura sin piel del tiempo infinito,
ciudad futura que a todos nos cobija,
protegidos con una fina película de maquillaje
para preservar el rostro
de una luz inhabitable
allí donde las manos no llegan,
y los abrazos claudican.