Los versos de David Revert son como una brisa fresca o un manantial de aguas incontenibles que fluyen libremente desde la montaña, afiladas y mordaces. El poeta lanza su grito al viento y deja que descienda hasta el valle, buscando el consentimiento de esos oídos anhelantes, ávidos de escuchar su voz.
Cada voz debe llegar a su destino y encontrar su respuesta, sin embargo, el poeta sólo puede dejar escapar la saeta desde su arco y tener la esperan-za de que con la ayuda de una estrella lejana pero amistosa vaya a dar en el ansiado blanco.
Los poetas siempre se dirigen al corazón, y David Revert no es un caso diferente, ya que, sobre todo, habla de sus amores: perdidos, reencontrados o por reencontrar. También de sus pasos fallidos, fracasos y desilusiones.
Si tú, despreocupado lector, abres estas páginas podrás comprobarlo y encontrar solaz en ello.