Dotado ya de una soltura gráfica y capacidad narrativa impecables, Peeters habla de su historia con Cati, del VIH que va a condicionar su relación y de todas esas emociones contradictorias que él, ellos, van a tener que superar: ¿compasión, piedad, lástima, sentimiento de culpa o amor puro e inalterable? Más fresco y positivo que oscuro y fatalista, ofrece sin atisbo alguno de sensacionalismo o victimismo fácil la posibilidad de un acercamiento al día a día de la enfermedad al tiempo que sorprende la madurez de un creador con 27 años a la hora de gestarla.
Píldoras azules recibió el premio Rodolphe Töpffer de la villa de Ginebra 2001 y fue nominado al premio AlphArt al mejor álbum del Salón del Cómic de Angoulême 2002 y a la mejor obra extranjera en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2005.