REUNIDOS LOS TRES, con un idea clara de amarnos sin condiciones, esta primera noche que ocuparíamos completamente desnudos la misma confortable cama, Ángeles fue la que le pidió a su desvergonzada chica, que se adelantara a ofrecérseme voluntariamente, mientras se daba una ducha fría, una vez solos los dos, recorrió con los dedos de una mano todo lo largo y grueso de mi robusto pene hasta asegurarse, que se volvería loca de placer y de lujuria entre mis piernas, gozando del amor tanto como lo necesitábamos sin límites, con el consentimiento de su consentida zorra madre.