Un joven minero queda parapléjico por un derrumbe en la mina asturiana, a principios de los 60 del pasado siglo. Con toda una vida por delante, pero con sus ilusiones quebradas por el accidente, ¿qué expectativas le esperan en esa España gris que aspira a ver la luz tras el largo túnel de la postguerra? Sencillamente, las que él sea capaz de conseguir a fuerza de coraje y las ayudas de quienes le quieren para que la vida merezca la pena vivirla. Los pasos cortados al protagonista son solo una metáfora. Como expresa otro personaje, la mina solo le cortó el nervio de cintura para abajo, y por extraño que pareciera, había descubierto otra clase de belleza en aquel cuerpo roto. Pasos cortados, primera novela de Enrique Martín Zurdo, está plagada de seres humanos que, a través de sus relaciones interpersonales, trazan una espléndida crónica social de un país muy reconocible. El lenguaje es claro y conciso y en él se superponen dos voces: la campechana de un narrador en primera persona como mejor amigo del protagonista, y otra plena de matices aportada por el narrador omnisciente. Diálogos muy vivos, junto a una observación directa, nos muestran una galería de costumbres y caracteres que ocupan un papel esencial dentro de la trama. Esta historia de compromiso con la vida y la ficción tiene las dosis imprescindibles de novela social, negra, erótica y por qué no, contra lo que pudiera parecer, de relato hilarante. También es una apuesta por la amistad y un canto a la alegría de vivir, por mal que vengan dadas, junto a esas personas o animales que harán nuestra existencia más llevadera e incluso sentirnos mejores, simplemente, por el hecho de imitarles.