Argumento de Paraíso Posible
Escribir cuentos es dar marcha atrás, dicen. Ya que has probado la novela, para qué andar en miniaturas que no se miden en capítulos. Mientras tanto, las historias nacen y se ramifican, surgen en los semáforos, piden paso en la carretera, hablan de niños que crecen, desafiantes Gormitti, fotos congeladas en un instante, ovejas bala, institutos invadidos, monjas que crean el mundo en siete días y suegras que vaticinan su final, escrutinios eternos, ríos que ni fluyen ni permanecen, hombres que se reinventan como el ave Fénix, poetas de móvil, móviles poetas, y vencedores y vencidos en el cloro del tiempo. Escribir cuentos no es dar marcha atrás, sino mirar al otro lado del espejo, en el único escaparate de una calle desierta, y darse cuenta de que aún hoy, cuando damos todo por perdido, existen paraísos posibles. Solo hay que tratar de contarlos, a ciegas, del lado de los sueños, nunca de las sombras.1