«Pago para que me llamen héroe cuando mato una cucaracha. Pago esa pequeña fortuna para que las pequeñas me aplaudan por recoger la pelota que cayó en el jardín del vecino. Pago para saberlo todo sobre todas las cosas y tener respuestas a todas las preguntas. Me está saliendo incluso barato.
Pago una nimiedad por los abrazos. Cada abrazo de una niña de dos años me ahorra la fortuna que me gastaría en psiquiatras. Cada beso de buenas noches reduce la factura del cardiólogo. Cada «te quiero» me aleja del hospital. En realidad es un buen trato por todo lo que recibo. Menuda suerte haber encontrado ese chollo. Qué orgulloso estoy de ser padre.»