El cine japonés no tiene parangón con otros cinemas nacionales. Tiene maestros en número inusitado: el canon clásico sigue creciendo y abundan cineastas contemporáneos tan difíciles de clasificar como sus antecesores. Todos surgen de un sistema de estudios y estrellas, similar al de Hollywood, que permite una productiva tensión creativa entre un autor y el género que practica. Es, por otro lado, el único cinema de ese calibre que se ha desarrollado en un país largamente cerrado a Occidente y que ha forjado formas de representación específicas.