Como si de una tejedora se tratase entrelazando hilos para formar tejidos, el azar creo un gran tapiz decorando las vidas de Pedro y Juana a su caprichoso antojo. Sus desdichados presentes se cruzaron continuando por un mismo camino de complacencia, que a otras personas perturbaba. De la mano del despropósito, fueron conducidos a situaciones verdaderamente desconsideradas, por parte de unos seres muy cercanos a él. El coraje por sobrevivir les lleva a no flaquear ante la gran mansión de Oskurambrujo.