Dentro de la casa, en la puerta del sótano, se encontraba de nuevo aquella imagen, una orquídea blanca. Entonces comprendí todo, no eran sólo las brujas, los vampiros o las ninfas; la orquídea blanca representaba mucho más. Jamás creí que el mundo estuviera pendiente de ningún equilibrio cuya armonía obedeciese a lo que aquella simple flor representaba. Jamás creí que todo dependiese de Ella.