Esta oración fúnebre fue pronunciada por Bossuet en 1670 en la muerte de Enriqueta-Ana de Inglaterra, duquesa de Orleans. La joven estaba casada con Felipe -hermano menor de Luis XIV-, conocido por su promiscuidad. La muerte de su esposa a los 26 años impresionó a toda Francia. Chateubriand escribió que esta oración logró lo inaudito: hacer llorar a la Corte. Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) fue un destacado clérigo francés, intelectual y escritor, preceptor del heredero de Luis XIV. En París adquiere una gran reputación por su elocuencia. Sus oraciones fúnebres son obras maestras, solo comparables a la retórica de la Antigüedad Clásica: sus sermones tienen sello propio, tanto por el uso de expresiones nuevas como por la armonía que encierran. Rafael Gómez Pérez es autor de la traducción, selección de textos y la introducción.