Enrique Barón Viola sabe que la sociedad le considera un hombre afortunado. Ha triunfado profesionalmente y disfruta de no poco atractivo físico e intelectual. Sin embargo, él se considera un náufrago. Pero no uno de esos náufragos comunes y repetitivos que son el producto de una época sin rumbo y sin claros baluartes éticos, sino uno de esos extraños y peculiares náufragos que se afanan en perfeccionar su papel de seres devastados con el fin de hallar nuevos e inéditos placeres sustentados en una visión estética de la crueldad. Mientras realiza un narcisista y cínico examen de su pasado, Barón Viola se zambullirá en una vida desorganizada y caótica que le llevará a relacionarse con gentes condenadas a merodear por los bordes de la derrota y del ostracismo social. De paso, en los paréntesis de su peregrinaje, Barón Viola ajustará cuentas con diversos aspectos del mundo contemporáneo haciendo uso de un sarcasmo no exento de una compasión repentina inducida por la nostalgia y por el miedo al olvido. Con una estructura fragmentaria que oscila entre el montaje cinematográfico y el diapasón sentencioso del dietario, Opiniones de un delator narra la historia de un viaje a las rutinas de una vida líquida y volátil, rutinas que, pese a su aparente trivialidad, ocultan las ruinas de los sueños humanos.