Miramamolín, término reservado en España para los califas almohades, se convierte ahora en una extensa finca de labor que da refugio a cuarenta y seis familias, con sus amores, entresijos y pasiones, similar a la vida en tiempos de los califas que durante quinientos treinta y cuatro años dominaron aquellas tierras.
Olor a hombre y tomillo recrea el pasado reciente del campo andaluz, donde todavía perviven recuerdos de la figura del señorito teñidos de nostalgia.