Bernardo Atxaga hila con maestría todas estas historias, y las que nos cuentan sus personajes, para celebrar el poder de la palabra: las viejas cartas donde se consignan los secretos y las confesiones más íntimas, los recuerdos, los libros que nos llevan a otros lugares las frías calles de Hamburgo, los verdes prados de Euskadi, la selva de la Amazonia y que nos tienden una mano para rescatarnos de la soledad.