Esta es la historia de Silvestre Irigoyen, un ídolo del fútbol vasco de los años 30, delantero del Deportivo Alavés y militante de Hermandad Alavesa, que con la Guerra Civil decidió abandonar su pasión balompédica por sus ideales carlistas. Encerrado como espía de los nacionales en el Convento de los Carmelitas de Vitoria junto a los presos republicanos, intimará con otro as del fútbol del bando rojo. Vencerle en un mano a mano (o mejor dicho, ¡en un pie a pie!) con el arma que mejor saben usar ambos: la pelota de fútbol.