Tras Sueños del Albayzin y Guardianes de la Alhambra, Carolina Molina nos ofrece la esperada continuación de su ciclo granadino. Durante el siglo XIX, Granada, sufrió un fiero ataque a sus monumentos artísticos. Con la excusa de la modernidad, se destruyeron palacios, iglesias, puertas árabes y casas moriscas. A esta ciudad (ruina de lo que fuera el esplendor de al-Andalus) llega Max Cid a dirigir los negocios de su padre, fallecido en 1857. Aquí se enfrentará al rencor que siente por su propia madre, Bárbara Benajara, que siendo un niño lo apartó de su lado. Max es un joven inadaptado e inconformista, que en sus andanzas libertinas, conocerá a una dama madura y enigmática, Francesca di Mare, de la que se enamorará perdidamente. Arriesgando la vida y su hacienda defenderá a cada monumento de su demolición, en especial el famoso Arco de las Orejas, que aún permanece en el Bosque de la Alhambra. Vivirá los desbordamientos del río Darro y los incendios que devastarán la ciudad. Conocerá a personajes destacados de su tiempo, como el arqueólogo Manuel Gómez-Moreno, a los escritores Manuel Fernández y González o Pedro Antonio de Alarcón. Otros también asomarán a estas páginas como el pintor Mariano Fortuny o el joven Benito Pérez Galdós.