No obstante, el mal es escurridizo principalmente porque tendemos a verlo en un plano de dos dimensiones: algo externo a nosotros y no algo que ocurre entre nosotros -y que sólo una humanidad realista y despierta puede controlar o, por lo menos, mitigar.
Una guía poderosa de autoconocimiento que se remonta a los orígenes de lo que somos o de la programación a la que hemos sido objeto. Es también un método que explora nuestro " lado oscuro" mostrándonos que a pesar de que nuestra bondad y generosidad natural no vive pura sino que se tiñe y es teñida por unos factores negativos que llevamos dentro, una búsqueda de las raíces y causas del mal puede no sólo transformar el corazón humano sino también llevarlo a un encuentro intenso y perdurable con la naturaleza divina de mucho de lo que nos rodea.