Publicada en el otoño argentino de 1995, No sé si casarme o comprarme un perro supuso inmediatamente la revelación de Paula Pérez Alonso, «una narradora que, con esta sola novela, se ubica por encima de las pocas narradoras argentinas en la última década» (Sergio Olguín, Página 30 , Buenos Aires).
De vuelta de un largo viaje, Juana está sola y sabe que no es bueno que el hombre y la mujer estén solos. Intenta vanamente restablecer lazos perdidos con su gente y se lanza al ruedo, pero la galería de personajes que le toca conocer la animan a hacer público su desafío: mediante un anuncio clasificado convoca a un hombre que pueda competir con un perro ideal por el amor de una mujer. Esta es la historia de esa y otras búsquedas: la de Cris, el hermano adorado, que apuesta su vida entera a favor de los sentimientos; la de Max, enigmático personaje que brega por un orden social más justo; la de Horacio, un fotoperiodista huidizo que, por accidente, se topa con algo que puede obligarle a recuperar un pasado demoledor, pero que también puede convertirse en una pesadilla que arrastre a los cuatro amigos hacia un destino incierto.
El título provocador e irreverente de esta novela puede inducir a pensar que estamos ante un libro de humor, ligero y liviano. Error. Porque, de hecho, estamos a punto de entrar en el mundo atormentado de una joven con sus afectos en carne viva, que trata de sobrevivir aferrada a una indagación desesperadamente humorística. Pero la vida real pocas veces respeta el humor. Y, frente a la elaborada estrategia de Juana para enfrentarse a un mundo que no termina de sentir propio, la vida real va jugando con sus propia fichas a un juego que se hace cada vez más duro y cruel.