Carla, habladora compulsiva, exageradamente emocional y expresiva, piensa que lo peor que le ha podido pasar es quedarse sin voz durante seis semanas, justo cuando atraviesa una crisis personal y profesional que ha puesto su vida patas arriba.
Obligada a estar callada, pero incapaz de quedarse sin decir nada, Carla, tan impulsiva e irónica como siempre (a través del WhatsApp, la pizarra y el e-mail), aprenderá a comunicarse con el mundo como nunca antes lo había hecho y escuchará por fin cosas que jamás había oído por mucho que se las hubieran dicho.