Los lugares de tránsito, como los aeropuertos, o de ocio, como los hoteles y centros de vacaciones, se están convirtiendo en fáciles objetivos de una violencia que nos asusta, pero que nos obstinamos en no entender. Cada vez más a menudo las víctimas son turistas inocentes, en su papel de «embajadores» de una antipática sociedad opulenta. Después de los caníbales y los bandoleros, los terroristas: el temor a los peligros y las asechanzas del viaje ha producido y produce un turismo vigilado, protegido y militarizado. ¿Adónde iremos a parar? ¿Cómo viajaremos en el futuro?
Este razonamiento antropológico sobre el «cuerpo andante» analiza y desenmascara la lógica del control de la movilidad, desde la antigua persecución de los vagabundos a las situaciones imaginadas por la ciencia ficción. Al mismo tiempo es una crítica, culta e irónica, de las vacaciones blindadas y de nuestra obsesión por la seguridad. Con una modesta proposición final.