Se ofrece aquí una obra pionera en cuanto al estudio de la historia de la infancia prehispánica, que contribuye también de manera significativa a la investigación sobre el sistema calendárico, la cosmovisión y la ritualidad de los grupos indígenas.
El autor analiza la importancia ritual de la infancia dentro de la sociedad mexica en los momentos previos al contacto europeo, y hace una comparación con el mundo andino, los mayas y las sociedades indias de Centroamérica y Norteamérica. Mediante el rastreo y el estudio de las fuentes pictográficas y escritas, así como de diversas evidencias físicas y arqueológicas, determinó que el sacrificio de niños y de niñas era una práctica ritual encaminada no sólo a la petición de las lluvias, sino también a la regeneración cíclica del tiempo.
Los niños y las niñas ocupaban un lugar predominante dentro del mundo espiritual, pues eran los intermediarios entre los hombres y las deidades de la lluvia y los mantenimientos, razón por la cual eran sacrificados. Las inmolaciones infantiles representaron una parte central dentro de los actos rituales realizados por los mexicas, y eran practicadas dentro de un complejo sistema calendárico, en el que se enmarcaban en una enorme variedad de festividades, en su mayoría de índole agrícola, y en las cuales constituían el centro de las actividades litúrgicas.