Tras salir de una larga hospitalización debida a una caída doméstica, Santiago nos ofrece en esta obra todo su dolor y amargura al estar separado de su querido compañero,
«Niebla», su vigésimo primer libro del ser que más amó en su vida. He aquí el resultado. Labrado a base de lágrimas del recuerdo.
Aquel que reconoce la verdad del cuerpo lo expande como en una siembra. Su gran amor perruno se fue antes de que él, protagonista de estas páginas, pero hubiera preferido marcharse antes el autor que un ser tan inocente como el que se describe en esta elegíaca obra. Va por ti y por siempre, «Niebla».