Klein sostiene que las empresas ya no se dedican a fabricar productos u objetos, sino marcas. Ya no se trata de lucrar con bienes físicos, sino simbólicos. Y eso determina un cambio en el tipo de relaciones de poder en todos los niveles: desde las condiciones concretas de trabajo hasta el modo de enfrentarlos, poniendo en juego mucho más que un puesto de trabajo: nuestra subjetividad, nuestra cultura, nuestra relación con la vida. Sobre esos ejes de cambio Klein marca "el paso del producto a la marca y de lo físico a lo simbólico".