En mayo de 1814, Napoleón desembarca en la isla de Elba, en medio de la expectación y la curiosidad de sus habitantes, ansiosos por ver de cerca al gran hombre, al temible Emperador, caído ahora en desgracia. El protagonista, Martino Acquabona, es un erudito hombre de letras que desprecia toda forma de tiranía. Nombrado bibliotecario de Napoleón, se convierte en el testigo privilegiado de la frenética, turbia y misteriosa actividad que pronto se despliega alrededor de quien antaño fuera amo y señor de Europa. En las memorias que Martino comienza a redactar, se describe el penoso día a día del exilio, la corte de fieles generales y la fascinación que suscita quien tuvo el poder absoluto y lo perdió; hasta que la visita de una misteriosa dama, que insiste en entrevistarse a cualquier precio con Napoleón, desvelará un avispero de intrigas y traiciones de imprevisible resultado.
Ernesto Ferrero no sólo contrapone literariamente la vida activa a la vida contemplativa, sino que, al convertir a Napoleón en metáfora viva del poder y de toda una época, relata con intensidad y maestría la pervivencia del ideal de libertad, así como la compleja realidad de las pasiones humanas.