El lector podrá descubrir la fascinante historia del joven Moldenke en un mundo futurista y apocalíptico.
William Burroughs, colaborador de Ohle durante años, llamaba CONTROL a la trinidad teológica de Estado, Poder Financiero y Medios de Comunicación, y dado que las palabras, en su despliegue sintáctico familiar, constituyen un dispositivo de sujeción al servicio de esa trinidad, es preciso que la literatura desactive dicha función y comience a hablar un lenguaje esquizoide, alegórico, desplazado, que vaya revelando todos sus estratos ideológicos. El resultado es esta extraordinaria e inusual novela, colorida distopía donde la gente malvive bajo un cielo con lunas y soles artificiales, donde hay pájaros con la lengua tan larga que para poder guardarla tienen que enrollársela alrededor del cerebro, ciudadanos con la cabeza rellena de gelatina y partes meteorológicos radiofónicos tan delirantes como hermosos.
Podemos emparentar todos estos elementos con las letras de Bruno Schulz a Gombrowicz, de Felisberto Hernández a Virgilio Piñera; pero también de Huxley a Orwell, de Kafka a Walser...
El lector tiene entre sus manos una joya de la literatura del siglo XX